viernes, 14 de agosto de 2009

Cuídate cuando estes conmigo

Cuando uno triunfa y progresa, las amigas y los amigos celebran pero ¿qué hay detrás de esto?, ¿qué hay detrás de las otras personas que no son necesariamente tus amigos? ¿Y que pasa si el enemigo se esconde detrás de una máscara hipócrita del amigo? Bueno el enemigo te toma desprevenida (o desprevenido) y te ataca por lo bajo. Sonríe delante tuyo y te lanza cuchillos por la espalda. Eso me sucedió, por suerte, una sola vez. En el colegio me esforzaba al máximo y mi vida era divertida con mis amigos y amigas (y lo sigue siendo). La que me atacaba era alguien que se hacía llamar mi amiga pero quería que caiga en lo académico en cuanto antes.

Yo sentía que los profesores eran chantajeados por ella y por sus padres. Pero el esfuerzo siempre gana pero aún no lo sabía (la poca experiencia que implica ser adolescente-y- la inocencia que, a veces, te sigue y persigue por toda la vida).
A una profesora "chantajeada" le escuché:
-Ella (yo) no va a soportar. Vas a ver.- decía sin darse cuenta que me había inmiscuido en el salón para sacar una bebida y lo estaba escuchando todo.
-Eso espero- decía esa alumna.

Este diálogo me sonó de lo más desquiciado y malvado. Ya parecían terroristas que no daban (ni querían dar) señas para que un determinado "país" fuera afectado, no estuviera prevenido y fuera demacrado y dificilmente, se levantaría de su estado. Yo era ese país que querían hacer caer, que creían desprevenido; pero con un buen espía (de casualidad) estaba avisado y se había soldado con fuertes paredes de acero. La curiosidad no siempre mata al gato.

Si le decía a alguien de esta conversación, nadie me iba a creer. Decidí hacerme sola, fortalecerme sola y demostrar que era un soporte fuerte que no cae por más que lo empujen.

A fin de año se escuchaba en los altavoces:
-Primer Puesto: Marianella.

Pero eso ya ha sucedido hace mucho tiempo, y se que esta alumna simplemente estaba insegura y no se creía capaz de superarse. Debió comprender que uno no debe medirse con otro pues eso es mala autoestima (de algo sirven las clases de Persona y Familia) y debió superarse a sí misma. Pero esto simplemente es una anécdota. Nada más que una aburrida anécdota que planea prevenir al desprevenido. Aunque este caso se da en 1 de 100, y si no fuera así, las estadísticas deberían ser de 1 en 1000 o 10000, debería eliminarse la envidia por completo (y no es que la competitividad sea mala para nuestro desarrollo como estudiantes). Hay tanta frecuencia en los casos de envidia que nada mejora en la convivencia en sociedad. Lo que hace la envidia de una alumna hacia otra.



Al fin y al cabo, nadie te dice, cuando comienzas a crecer, que tienes que cuidarte de los demás cuando te unas a un grupo o a otro (no todos son "buena gente"). Primero examina al que ingrese a tu grupo amical... y si no es lo esperado, a veces, las personas mejoran. Pero, ya lo dije: a veces.


Lo lejos (y difícil) que es llegar a una persona...

Algunas veces sucede que, un diálogo corto y rápido te marca, pero este no es el caso. Cuando en algún salón del colegio llega el intercambio de profesores es hora de jugar o conversar con uno o con otro. Un jueves preferí intercambiar un pequeño diálogo con una alumna, que después de todo, es sólo mi compañera de salón pues ni la conozco bien. Ella me llamaba y como estaba sin hacer absolutamente nada interesante (a menos que dibujar comics sea algo productivo), me dirigí a su carpeta a intercambiar unas cuantas palabras. Extrañamente su cara me parecía familiar y su expresión confiada como si me hubiera conocido de toda la vida. En ese momento pensé que ella, que por cierto se llamaba Martha, era la persona más extraña del mundo. ¿Cómo alguien en estos tiempos puede confiarle algo a alguien que ni siquiera conoce y a duras penas sabe su nombre? Parece que esta pregunta no la han reflexionado muchos pues diariamente aparecen en los titulares de los periódicos asesinatos porque le confiaron secretos de alguna fortuna o algo por el estilo, pero este no es el caso.

Simplemente alcancé a decirle un -Hola, ¿para que me llamas?- y ella solo atinó a sonreir. Su actitud ya me estaba hartando y me disponía a dirigirme a mi asiento a seguir haciendo dibujitos y garabatos en una hoja, pero ella me detuvo.

De repente, sus ojos se llenaron de lágrimas y me contó con pocos detalles acerca de los problemas que tenía un amigo suyo, pero los contaba como propios. De veras, la preocupación que mostraba por estos "dichosos" problemas demostraba que era una amistad muy cercana y sincera.


No entendía en absoluto. Me decía que sufría porque su padre estaba enfermo y sufría de una enfermedad a los huesos, aparentemente fibrodisplasia osificante progresiva, y que por ello no podía trabajar; y dijo que:

-Su madre se ha hartado de él y ha buscado algo así como lo que hoy llamamos "amante". Su padre pensó que cambiaría, pero después de apenas un año; seguía igual y aún peor pues le pidió el divorcio y quedó demacrado.
-¿En serio?- le dije, recién comprendía su dolor. Me enteraba en pocos instantes que ella había perdido a su madre en el terremoto del 2007 y la familia de su amigo era como la suya propia.
-Sí, su madre si trabaja y no quiere brindarle ningún apoyo. Su padre y mi padre también, se siente realmente mal.
-No pensé la gravedad del caso. Para ser sincera no entendía, pero este es un verdadero dilema- y no le decía por decir, pues sus palabras me habían llegado al fondo de mi frontal (dicen que no se siente con el corazón sino con el frontal). Aunque he visto muchos amigos y compañeros míos que consideran sus problemas simplemente como un cuento y lo convierten en algo así como interesante e incluso lo vuelven a un cuento fantástico. Ellos y ellas, los de los "problemas graves en la familia o amigos", se van a un rincón o un sitio vacío del salón para contar sus problemas (a veces con indiferencia). Otros son felices y estan "coleando" (jugando) por un lado y otro, disfrutando cada día como si fuera el último. Cosas de la adolescencia, pienso yo. Al rato, me di cuenta de su sinceridad conmigo, respecto al momento que venía pasando.
-Gracias- dijo ella, como si todo eso solo era desahogo (y eso era).
-Gracias a ti- pero no lo decía porque entendía que lo que le pasaba era algo que no llegaba a dolor pero sí una traba en su vida, sino que me sentía feliz de que por esos 10 minutos no tuve que seguir haciendo esas caricaturas.

El profesor de la hora correspondiente llegaba por el pasillo, se acercaba por la ventana y la "campanita" del salón (el alumno o alumno que avisa a gritos que, alguien, profesor o director, venía. Era cuestión de minutos hacer la marathon y llegar a la carpeta propia de cada alumno. Para el profesor, nada había ocurrido, pero era distinto con Martha. Ella estaba feliz; parecía haber encontrado soluciones a sus problemas (no tan propios, en sí) y luego, solo se dedicaba a atender la clase; o eso creía yo.

sábado, 8 de agosto de 2009

El mayor reto de una persona como yo: escribir una entrada en el blog

Con lo difícil que ahora es escribir una entrada en mi blog...poca es la inspiración en este tema. Y pensar que todo comienza cuando encuentras en un sitio web (especificamente, Google) un cuadro de aviso nada alegórico, pero muy llamativo pues contiene las palabras: crea un blog gratis. El mensaje "te llega" pero es muy meloso y pegajoso, y con toda la palabrería que tiene la publicidad; te atrapa en sus brazos y prácticamente te obliga a crear un blog (y no es solo esa la razón por lo que una persona como yo crea un blog, sino que la persona que dicta un taller que trata precisamente de creación de blogs; te empuja más allá de tu voluntad a crearlo, pues al fin y al cabo de eso trata el taller y yo soy estudiante de este taller y, por tanto, formo parte de este macabro plan para crear...un blog). Al fin y al cabo, sigo los 3 pasos para crear un blog. Pero mi problema es que tema o temas voy a poner en las entradas y por mi indecisión, tengo ahora que, finalmente, escribir mi problema de redactar entradas. Y... he aquí yo.